Juan Carlos Rubio construye aquí una dramaturgia magistral en la que todo está en su sitio. Un drama duro y comprometido que nos estremece y reconforta al mismo tiempo.
TEATRO.
Ada y Laura se enfrentan cada noche al dolor, a un dolor profundo y a veces inconfesable que se ha apoderado de sus vidas y las ha convencido de que no hay posibilidad alguna de escape. O quizás sí. Pero reconocerlo de modo
abierto puede conducirlas a un rincón demasiado oscuro y solitario. Ese oscuro desván llamado conciencia.
No estamos preparados para el dolor, pero el dolor está ahí: en nuestro cuerpo y, sobre todo, en nuestra mente. ¿Somos monstruos por querer escapar de él? ¿O es humano protegerse aunque sea a costa de los demás, incluso aun a costa de los seres más queridos? La Isla explora esa delgada línea que separa lo que sentimos de aquello que podemos reconocer ante los demás y ante nosotros mismos. La Isla habla del dolor de vivir, y del dolor de estar muertos en vida. Esta historia nos pertenece porque, a fin de cuentas, ¿quién no se ha sentido alguna vez en una isla?
Público adulto.
Autoría y dirección: Juan Carlos Rubio
Interpretación: Marta Megías y Gema Matarranz
Escenografía: La Alegría y Álvaro Gómez Candela
Diseño e iluminación: Juan Felipe “Tomatierra”